sábado, 29 de septiembre de 2012

Desde un lugar lejano

Pero vivo o vine, echando migas de pan para saber regresar. 


Esto es diferente, se viene con miedo, con mucho miedo, es otro sitio, otra gente que no es la tuya, porque en realidad, te crees que estás "anclado" a tu vida, a tu ser, a tu día a día, a tu gente, a los de hoy y los de ayer, y no los de mañana y no quieres separarte de esa sensación, de decir que son los tuyos y no puede entrar nadie más en ese círculo de tuyos (que es más bien cuadrado). Pero piensas, le echas valor y dices: lo voy a conseguir, por mis ovarios que lo consigo. Y de repente te ves envuelta en esa situación, en ese desconocimiento, viviendo el miedo, que poco a poco va desapareciendo, que poco a poco vas olvidando. 
Pasan los días, y olvidas, vives el ahora y el mañana, y el pasado, lo de siempre, lo "apartas", aunque está muy vivo en tu corazón, en tu alma, en tu cabeza, pero no en tu día, por lo que lo dejas a un lado. No te da tiempo a pararte a pensar en que ellos están ahí siempre, en que ellos siguen en su rutina, que ellos no hacen cosas diferentes como estás haciendo tú. Ellos siguen en lo de siempre, y si tu no estás ahí, a muchos, les falta el aire, porque tú estás dentro de su rutina, y ahora ya no. Por eso, si tus días son diferentes a los días de siempre, no echas tanto en falta a esas personas, claro que echas de menos tu rutina, pero el hacer cosas diferentes te impulsa a no pensar en tu rutina, y a no pensar en las personas de tu rutina tanto como quisieras. Dejas tanto de pensar, que tu cabeza olvida los compromisos, y olvida que la gente que te quiere de verdad, no puede olvidarte, no puede romper, en cambio, los compromisos que tienen contigo, así como ni siquiera lo puede imaginar. Pero tú...defraudas.
Llevas cuatro días separada de los tuyos...sabes que les quieres, pero te paras a pensar ¿y si en realidad lo que te pasa es que no sabes querer? Una relación rota, sin saber por qué, una persona con la que pensabas haber congeniado, con la que pensabas que eras uña y carne, pero ella decide o tú actúas de una manera que no le agrada, y de repente, casi de la noche a la mañana, ella se va de tu vida, de tu día a día, de tu rutina, desaparece y te tienes que quedar sola, de brazos cruzados, comiéndote tus penas, comiéndote tu propio miedo. Y mientras afrontas el miedo, ella se cruza en tu camino, pero sólo sopla una pequeña brizna de aire que te sacude un mechón de pelo, ni siquiera se puede llamar viento, porque ni te roza, y quizás, que sólo roce, hace más daño. Esa mirada seria, penetrante, con sus ojos oscuros que se cruzan con los míos, gélidos, hace realmente daño, y noto ese punzón en la zona de mi pecho, noto cómo se clava, cómo intento parar la hemorragia. Y vuelvo a la(s) pregunta(s), ¿soy yo? ¿no sé querer? ¿no me dejo querer? ¿he sido yo la que he hecho mal? ¿qué he hecho mal? ¿qué he hecho yo? ¿NO SÉ QUERER?

Preguntas. Preguntas. Preguntas.

Mi hemorragia para a través de otras personas, que me ayudan con ello, y a superar este gran bache, y tan lejos de los míos, a superar mis miedos. Me ayudan a olvidar. Me ayudan, sí. No nos conocemos apenas, pero siento que me ayudan de verdad, en muy poco tiempo han hecho sitio dentro de mí, pero una noche, en que ella, la que ahora es tu chica, tu buena amiga que te ha inspirado tanta confianza, no está bien, ¿que he hecho mal? ¿qué hago mal? ¿es el? ¿son ellos? Mi cabeza vuelve a pensar en sus preguntas, ¿es normal? Quiero querer, me gusta que me quieran, incluso muchas veces abuso de ello, no diré de "mis encantos", pero me gusta que me quieran, sí, me gusta demasiado, y me gusta, entonces que me deseen. Por otro lado, él, mi Allah, tan lejos, tan ignorante, tan inocente, y yo aquí, queriendo que me deseen, sabiendo que me desean, dejando que me deseen. ¿No sé querer? Todo es un cúmulo de sensaciones, en tan poco tiempo, todo es nuevo, y creo que no sé controlarlo, creo que no puedo controlarlo. Quiero y no quiero, deseo y no deseo. ¿Te quiero? ¿Esto son caprichos? 
Una noche, me miras, te miro. Boca. Besos. Miradas. ME QUIERO IR ¿Por qué? ¿Es mi culpa? ¿Es él? Mírale. Me gusta sentir sus miradas. En realidad, es deseo. Pero, ¿y él? ¿cómo se siente? ¿Y por qué yo tengo que pensar en ello si tengo a mi Allah? 

No sé querer.

Y soy caprichosa. Una niña caprichosa, que sale de su nido, lo abandona, pero en realidad no sabe. Tiene mucho que aprender sobre los demás, aunque cree que lo sabe todo. No. Aprende. Y aprende a querer, YA. Aprende a ayudar como te ayudan a ti, y deja de hacer las cosas mal, deja de quejarte diciendo que todo lo haces mal, la palabra es mucho, pero no lo es todo, si sólo te quejas, ¿de qué sirve? Actúa. 

Si realmente quieres algo, deja de llorar y hazlo.

Atente a tus consecuencias. Si te toco, si te siento, si te deseo...soy lo que soy. Llámame lo que quieras. Yo soy yo, y nadie más. Si actúo así, actúo así, yo solita me sacaré las castañas del fuego, ¿no? Pues adelante, amiga mía, adelante, hazlo tú sola. Sus palabras valen, claro, pero para ti, las tuyas, deben ser totalmente convincentes. 
Levanta la cabeza, y cuando creas que lo has hecho mal, la próxima vez lo haces mejor, pero lo haces mejor. No lo digas, hazlo. Vive feliz, pero vive bien, sin arrepentirte de todos tus actos, actuando como crees que lo tienes que hacer, y ánimo, mucho ánimo, y no te pongas triste. 

Ánimo con lo que tienes. 
Ánimo con lo que te queda.
Ánimo con lo que eres.

Ánimo.

Sé siempre tú mismo. 

Ahora este es tu sitio, está lejos del tuyo de verdad, es diferente al tuyo de verdad, pero aprende a amoldarte a los demás, aprende a ser diferente. Aprende a no herir a los de tu alrededor, aprende a aprender y siempre siempre, sé lo más feliz posible. Sé feliz, de verdad. Piensa, actúa, y como siempre, salta, ríe, baila. 

Quiere y deja que te quieran.